Esta sería nuestra situación hoy, si todo hubiera seguido su curso. Pero la realidad es otra. Fronteras cerradas, cifras escalofriantes, curvas, mascarillas y confinamiento. Cogemos aire para soltarlo lentamente, con los ojos cerrados y repitiéndonos una y otra vez el mismo mensaje: todo saldrá bien.

Como una casa patas arriba, seguimos trabajando sin descanso y con más fuerza que nunca, adaptándonos a esta nueva realidad que no sabemos muy bien que nos depara, pero que recibimos con los brazos abiertos para volcar en ella lo mejor de nosotros y aprender de los errores de ese pasado que recordamos como “normalidad” y que ya forma parte de un capítulo anterior en esta historia. Hoy, nuestra puesta en marcha no va de planchar uniformes, pintar las fachadas de blanco o reinventar el bufete de desayuno. Va de reinventar nuestra forma de trabajar para ofrecer un nuevo valor a la estancia de nuestros huéspedes: seguridad.

Trabajamos para que nadie se quede sin sus ansiadas vacaciones, y para qué, cuándo llegue el momento lo podamos hacer seguros, sintiéndonos como en casa; para aplicar todas las medidas de seguridad e higiene posibles y para que esta nueva realidad nos lleve a disfrutar de lo más simple: bienestar, aire puro y relax, en un entorno más verde y más puro que nunca.

Nada de esto sería posible sin vosotros, nuestros huéspedes, los que decidís posponer y no cancelar, los que como nosotros, deseáis volver a disfrutar, este año más que cualquier otro, de vuestro pequeño paraíso. Os lo merecéis, nos lo merecemos. ¡GRACIAS!