Recuperamos la historia
La identidad de nuestra finca está inseparablemente ligada a su historia. Así, en el proceso de recuperación, uno de los pilares ha sido su trayectoria, que ampliamos con las experiencias que, como comensales, visitantes y alojados, ayudáis a hacer crecer.
Sant Joan de Binissaida es una finca rústica de las que en Menorca se denominan "llocs", procedente de la antigua Alquería de Binissaida, del término municipal de Es Castell, que ya encontramos citada en los primeros documentos redactados por Jaume II unos años después de la conquista catalana de Menorca, en el año 1287.
La antigua caballería de Binissaida, nombre de claras raíces árabes "Bani Said" (de los hijos de Said), fue objeto con los años de numerosas divisiones que generaron una serie de fincas rústicas independientes, que conservan, no obstante, un vínculo a través del topónimo.
Como consecuencia de la expansión económica, comercial y marítima que experimenta la isla de Menorca (y en especial la ciudad de Maó) durante el siglo XVIII, surgió una nueva clase económica, la ascendancy, de raíces netamente burguesas, que invirtió parte de sus excedentes en la compra de fincas rústicas, a las cuales hizo construir casas señoriales como Sant Joan de Binissaida.
En 1994, la familia Quintana Seguí adquirió la finca de Sant Joan de Binissaida, que requería un mantenimiento y renovación urgentes.
De hecho, la casa se encontraba en un estado deplorable, con espacios inhabitables, instalaciones mínimas y estructuras deterioradas. También muchos de los bienes etnológicos de la finca, como la sínia y el bouer, necesitaban ser recuperados. Finalmente, los campos de cultivo nunca habían sido despejados ni se habían reconstruido los muros de piedra seca que los rodean, lo que exigía una fuerte inversión para convertirlos en campos de cultivo mecanizables.
Decidida la propiedad a restaurar toda la obra construida y a preparar las tierras que conforman la finca para su uso agrícola, ganadero y forestal, se inició la reforestación de seis de estas hectáreas. El resto se dedicaron al cultivo de olivos, que se plantaron entre los años 2013 y 2021. En total, desde 1994 hasta hoy, se han plantado más de 3000 árboles en la finca, creando un paisaje natural de gran belleza. Desde 2021, la explotación agraria ha obtenido la calificación de "explotación ecológica" por parte de la Comunidad Autónoma.
En cuanto a la obra construida, la propiedad, después de decidir convertir esta finca en un hotel con encanto, encargó la reforma del edificio a la joven arquitecta y paisajista Elisabet Quintana Seguí. La casa fue reconstruida entre 1998 y 2002.
En el año 2000 se rehabilitó la sínia después de estudiar los elementos etnológicos con los que había sido construida inicialmente. Hoy en día contiene agua y funciona como en la antigüedad. Además, se restauró el antiguo horno de pan, que actualmente se puede utilizar.