El pasado 27 de junio, entre geles hidroalcohólicos, señalizaciones por doquier y una larga lista de nuevas costumbres, abrimos las puertas a una temporada que nunca olvidaremos. Pero hay algo que, por peculiar que pueda ser una apertura, se mantienen intacto: la ilusión de todo nuestro equipo por hacer sentir cómo en casa a todos nuestros huéspedes. Echamos de menos abrazarles, cómo quien abraza a su familiar al llegar a casa después de muchos meses, pero hemos descubierto que los ojos no sólo miran, sino que sonríen, acarician y abrazan, casi tan profundo como lo hacían nuestros labios, nuestras manos o nuestros brazos.

Será corto, pero intenso y más bonito si cabe, porqué abrimos con un remanente de cariño acumulado. Hemos tenido que adaptarnos y reinventarnos, y agradecemos todo lo aprendido porqué estamos convencidos que muchas de las medidas instauradas, pasarán a ser mejoras y gran parte de protocolo aplicado pasará a ser crecimiento, tanto en el ámbito profesional como en el personal.

Nuestro maravilloso desayuno, sigue intacto, más personalizado y cercano que nunca, así como nuestras actividades dirigidas, como las clases de yoga o aquagym, más cuidadas e higienizadas. Los paseos por la finca, más verde y viva que nunca, y esa excursión por el Camí de Cavalls que te hará descubrir una de las partes más bonitas de la costa menorquina y en el que respirarás el aire más puro.

En nuestro restaurante, siguen sonando las copas de vino al brindar, seguimos disfrutando del vaivén de las cortinas de algodón del porche cuándo las acaricia la brisa que nos manda La Mola, y sigue habiendo magia en la terraza al encender las velas de la terraza cuándo el sol decide irse a dormir.

Y así, en un alboroto de planes e improvisación, damos la bienvenida a una temporada 2020 que, seguro, será dificil de olvidar.

¡Bienvenidos!